De baja

El otro día, al volver de las vacaciones, empecé a sentirme mal; el típico catarro de verano que te da por saco cuando todo el mundo está en la playa. Pero como estando por ahí me había picado algo y las ronchas que me habían salido eran bien feas, la farmacéutica me aconsejó ir al médico. Para resumir, después de una tarde en urgencias y varias pruebas, tengo una infección bacteriana, así que tengo que chutarme antibióticos a base de bien.

Es como tener una gripe caballuna: dolor en las articulaciones, dolor de cabeza, mareo, fiebre… ¡todo lo que me gusta!

Pero lo peor es que el bicho está sacando lo peorcito de mí, a saber:

• Me ha quitado la capacidad de tejer. Soy incapaz de mantener  la mirada fija y la concentración. Y, aunque podría buscar un proyecto sencillo de crochet, no me siento con fuerzas para estar mirando patrones (señal de que estoy fatal).
• Me hace ser cruel. En serio, he terminado de leer un libro bien flojo (The Art of Racing in the Rain, de Garth Stein) y ha sido el primero al que he dado una sola estrella (Malo) en Anobii. Parecerá una tontería, pero si a Knit Two, En el nombre del cerdo y Les yeux jaunes des crocodiles les di dos, quizás éste se habría merecido dos también, pero le he puesto una y no me arrepiento. Lo sé, crueldad en estado puro.
• Y lo que es peor, la guinda mohosa en el pastel de los estragos que el bicho está causando en mi triste personilla, hace que mi cabeza sea una auténtica verbena. Es horrible, no me puedo concentrar en hacer algo que me guste, pero de algún rincón oculto dentro de mi cerebro están saliendo grandes éxitos feriantes que ni sabía que me sabía. Así, llevo varios días con los temazos de King África, David Civera y compañía taladrándome la sesera.