Me encanta que los panes salgan bien

Léase, por supuesto, con un puro en la boca y gran sonrisa.

Trillados chistes aparte (qué le vamos a hacer, me gustan mucho los chistes tontos), la entrada de hoy va de pan. Hace un tiempo solía hacer pan, lo ponía en forma de bollitos y al congelador para tener siempre pan a mano. Aquel pan no era gran cosa, para qué decir otra cosa, yo soy bastante negada para la cocina (o impaciente, o poco intuitiva, llámalo X) y me limitaba a comprar kits de pan como el de la foto.

 

Y aunque mis panes nada tenían que ver con el súpermegapan de la foto del paquete, no estaban malos, era divertido hacerlo y no me tenía que quebrar mucho la cabeza pensando en ingredientes (harina de fuerza, masa madre… WTF?).

Pero todo tiene su fin y la fase del pan de mezcla quedó atrás. Simplemente dejé de comprarlos, supongo que porque en realidad tanto tanto no nos gustaban. La cuestión es que el gusanillo de hacer pan seguía ahí y el hecho de que mis ciberamigas, malotas ellas, no dejasen de hablar de los panes que hacían o querían hacer y de hacer rular fotos y recetas pues no ayudaba, la verdad.

Y un día llegó a mis manos esta receta: ¿un pan que no necesita levar durante medio día, ni precalentar el horno? «Ésta es la mía», pensé, y manos a la obra que me puse. Amasar pan es divertido y terapéutico y, si no fuera porque tengo las muñecas de una octogenaria, lo haría casi cada día. El resultado:

¿A que tiene buena pinta? Doradito, con aspecto crujiente… Las apariencias engañan, amigos, porque si cojo el pan y lo abro por la mitad (con las manos, el cuchillo ni se atreve a acercarse a eso) ya la cosa cambia, ¿no?

 

El problema no es la receta (¡que conste!), sino YO y sólo yo, porque sólo a mí se me ocurre hacer pan con levadura muerta. El sobrecito estaba abierto y posiblemente caducado y aún así, en lugar de salir a comprar nueva, me pongo y hago el pan, y hasta lo dejo en el horno todo el tiempo necesario y, confieso, de la otra «hogaza» que salió incluso nos comimos un trozo con la sopa de cebolla (ansia viva en su máxima expresión, porque bueno ya os podéis imaginar que no estaba).

Así que para sacarme la espinita ayer fui al supermercado, compré harina nueva, levadura nueva (y viva!) y un paquetillo de algo misterioso pero que, al ver que tenía una fotografía de un pan, pensé que podría ser importante. Hablando con Pepi, mi experta en cocina, me enteré de que aquello era masa madre (¡misterio resuelto!) y que el pan con masa madre sale bien rico, así que nada, ¡al lío otra vez! pero esta vez en plan a lo grande, con sus tres horas de levado y todo 😀