Un libro (y una reivindicación)

Con eso de que lo que tejo últimamente o es topsecret o avanza a una velocidad tan ridícula (que no absurda, ésa es otra velocidad) que no merece la pena ni sacarle fotos me quedo sin cosas que colgar, así que aquí estoy, dándole a la sesera para escribir algo y me he acordado de que hace tiempo que no escribo de libros.

Este curso, aparte de los libros en sueco (de los que escribiré cuando me los acabe, sigh), he tenido la suerte de pasar por la biblioteca internacional bastante a menudo y sacar algún que otro libro en español para leer en los ratos libres. No me ha dado tiempo de leerme todos los que he ido sacando y algunos tendré que recuperarlos en algún momento, pero bueno, me conformo con lo que hay. Leer un libro en español de vez en cuando me da vidilla y es de agradecer que lo pueda hacer gratis.

La pena es que la selección de libros no es demasiado amplia, y muchos son traducciones al español de otros idiomas (cosa que no leo si puedo evitarlo, en eso soy un poco doña repelente), así que a veces cojo libros al buen tuntún que luego resultan en un mal tuntún y van de vuelta a la biblioteca en cuestión de dos días.

Uno que sí se quedó fue Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, archiconocido por la película homónima (que yo no he visto) de José Luis Cuerda. El libro, un compendio de cuatro historias (cuatro derrotas) ambientadas en la Guerra Civil, es intenso y muy humano, y está muy bien escrito además.

Por cierto, aprovecho la ocasión para decir NO a los libros como productos de marketing de las películas. BOICOT a los fotogramas de película como nueva portada de los libros.

LOS LIBROS NO SON MERCHANDISING

Si ni Javier Cámara, ni Maribel Verdú salen en el libro… ¿porqué están en la portada? ¡¡Grrr!! Odio que me impongan una cara famosa como rostro de un personaje. El chico anónimo de la portada de arriba bien puede ser el protagonista del primer relato, pero Javier Cámara es Javier Cámara (es más, si me apura mucho, Javier Cámara es Paco… ¡ups!).