Este año he comenzado la operación bikini con bastante fuerza, y lo primero que he hecho ha sido buscar en la caja de las telas y sacar la máquina de coser.
¿Y por qué? porque me he dado cuenta de que el momento en que empecé a subir (sin prisa pero sin pausa, snif) fue precisamente el momento en que empecé a trabajar en el colegio… La cosa es que allí como bastante temprano y no siempre me gusta lo que hay y aveces simplemente no me apetece (sinceramente, ¿quién quiere comer pollo con curry a las 11 de la mañana?), así que como poco o mal y cuando llego a casa, cansada y hambrienta, me comería cualquier cosa… y lo peor es que lo hago (bueno, lo hacía).
Así que me he hecho una bolsita para llevar la fiambrera al trabajo y poderme llevar comida que me gusta cuando no me guste lo que haya o comida más ligera cuando haya algo demasiado graso… No sé cómo acabará esto, si le ganaré la batalla a todos los kilos que he cogido, pero de momento va la cosa viento en popa 🙂
La el exterior de la bolsita es de la misma tela de echino que me traje de Japón… ¡lo que me está dando de sí el medio metro! El interior de la bolsa es de una preciosa tela de algodón que recibí en un intercambio (¡gracias, mayu!).
Es mona, ¿verdad? Tiene el tamaño adecuado para mi almuerzo de cada día:
¡Es broma! Aunque cabe una lata grande de cerveza, en realidad la idea es que quepa una fiambrera valira de las grandes, o una de las pequeñas y algo de fruta.
Y alguna fotito más de los detalles, antes de hacerme un café e irme a pasear por Rums.